agosto 04, 2007

Cortando el listón

Esta sucinta nota tiene como propósito presentar este blog, hacerlo cómodo y habitable, y preparar así el terreno para poder postear algo sobre los perros muertos en las carreteras, visión que me persigue desde la infancia cada vez que viajo por tierra y que se reavivó estas vacaciones, o sobre los espasmos de angustia matutina por haber soñado que no tengo casa, que tengo que representar al Mal -con clarísima mayúscula- en una pastorela, o que simplemente tengo que regresar a la vida responsable.

Surge una leve sonrisa en mi cara de madrugada ante la perspectiva de escribir oraciones largas y con escasos signos de puntuación...

2 comentarios:

Depto. Editorial dijo...

creo que en el vastisimo catalogo de mortificaciones oniricas, representar al Mal con clarisima mayuscula de las pastorelas debe ser tan aplastante como encontrarte con (bueno, ok, YO me encuentro con...) que estas de nuevo usando el vestido blanco con bolsillos de tulipanes color rosa que tanto te persiguio en la infancia

Hilortia dijo...

Siempre tuve la tendencia a fisgonear a los perros atropellados, no se porqué, pero asomarme a ver sus tripas regadas me hacía pensar en que la seguridad nunca es impedimento para el deseo, o que simplemente a los perros les atraía la idea del suicidio, si no pasarían como el resto de los perros (que no los humanos) por el paso peatonal... en fin, recuerdo que sobretodo en la carretera a Toluca es un último destino acostumbrado por los canes que ya no encuentran sentido a su vida, y si no, pregúntenle a todos esos sauces llorones que están de testigos. En fin el caso es que cuando yo era niño, cada vez que veía esa masa informe de tripas y pelambre, me daba por pensar que se trataba de un sacrificio colectivo para agradar al gran dios de los canes... ¿anubis?